cáncer de mama

El cáncer de mama merece más de un día mundial.

Cáncer de mama

Hace 40 años el 75% de los enfermos de cáncer de mama sobrevivían. Nos referimos a enfermos porque no es una enfermedad exclusiva de la población femenina, los hombres también pueden desarrollarla. Gracias al conocimiento de la herencia genética de la enfermedad, es decir, al descubrimiento  de que los genes BRCA1 Y BRCA2 que transportan el cáncer de mama son hereditarios; los factores  ambientales que pueden ayudar a detonarla y el buen trabajo preventivo que se realiza a nivel de pruebas diagnósticas realizadas en poblaciones diana; hoy en día el 95% de los enfermos de cáncer de mama sobreviven a la enfermedad. ¡Qué gran avance!

La fisioterapia y el cáncer de mama

La Fisioterapia ha ganado protagonismo poco a poco en el proceso de recuperación del cáncer de mama. Por ejemplo, debido al tratamiento invasivo que se realiza en los alrededores de la mama, se pueden producir rigideces articulares en hombro y columna cervical, se puede llegar a cortar musculatura pectoral o dorsal,  pueden aparecer cicatrices dolorosas… Y en todas estas secuelas puede ayudar la intervención de un fisioterapeuta.

Además, dependiendo del tipo de tratamiento que apliquen al enfermo, pueden vaciar o eliminar por completo la cadena ganglionar de la axila para impedir que las células cancerosas tomen la vía linfática para expandirse por el resto del cuerpo. Suele realizarse la extirpación de ganglios axilares cuando hay presencia de células cancerosas en uno o varios de ellos  o, sin estar afectados, a modo preventivo.

¿Qué ocurre tras quitar una cadena ganglionar tan importante como la de la axila?

Que la circulación linfática en el brazo se ve alterada. Para que nos hagamos una idea, un ganglio a la linfa viene a ser lo que el corazón a la sangre: su motor, el que bombea y facilita la circulación por todo el cuerpo. A parte de la función de depuración de la sangre que se llevan a cabo los ganglios linfáticos, es gracias a ellos que la linfa tiene la suficiente fuerza como para retornar desde la punta de los dedos hacia el tronco, a un ritmo lento, unas 15-20 pulsaciones por minuto.

Por tanto, si nos quitan nuestra bomba, a la linfa le cuesta todavía más vencer la fuerza de gravedad y ascender a través de los vasos linfáticos  del brazo hacia el tórax. Puede que el cuerpo resuelva esta situación y todo sea normal, o puede que la linfa circule tan lento por el brazo que se acumule en las zonas más periféricas y salga de los vasos y llegue a tejidos más superficiales. Al ser la linfa un líquido rico en proteínas, es de consistencia densa. Así que un edema de linfa será más difícil de reabsorber hacia el vaso por equilibrio de presiones.

Si esta se produce, el médico diagnostica el linfedema. Si el linfedema ya se ha instaurado definitivamente hay que tratarlo. No solo afecta a la forma del brazo estéticamente, hinchándose y perdiendo los pliegues de codo y muñeca, sino que puede acarrear consecuencias como infecciones graves en la piel, en los vasos linfáticos e incluso otro tipo de cáncer de tejido blanco llamado linfangiosarcoma.

Cómo  prevenir el linfedema

Teniendo ya linfedema o no, si has sufrido cáncer de mama deberías tomar todas las medidas que estén en tu mano para evitar que se produzca.

Te contamos algunas:
  • No colocarte relojes ni pulseras pesadas en el brazo afectado.
  • No pintarte las uñas, contienen sustancias químicas que pueden entrar en la piel e infectar.
  • No hacer esfuerzos grandes con el brazo afectado, reparte bien la carga entre tus dos brazos y cuídalo.
  • Hidrata bien la piel para que no sufra si está hinchado, y para mantenerla siempre sana.
  • Acudir al fisioterapeuta para que te realice un drenaje linfático manual. Ayuda a que la linfa circule normalmente, a que no se estanque y ascienda por el brazo como lo haría de forma natural si los ganglios axilares estuvieran. Te dará muchas pautas personalizadas para el correcto mantenimiento del brazo. La técnica es muy sencilla, nada dolorosa, agradable, sin compresiones, y debe durar mínimo una hora completa. Depende del tipo de linfedema, el drenaje debe hacerse más o menos frecuentemente.

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