Esguince de tobillo: causas y consecuencias

 

Causas del esguince de tobillo

Los esguinces de tobillo se pueden producir por un sinfín de causas, tanto externas como propias del paciente:

  • Un pie excesivamente cavo, con el cual la zona de apoyo sobre el suelo sea mínima, y además genere rigidez en el pie en general.
  • Una hiperlaxitud en los ligamentos que rodean la articulación del tobillo y que impida una correcta sujeción de la misma.
  • Por una caída, practicando algún deporte o en algún accidente de tráfico.

En todas estas situaciones hay tanta inestabilidad en el tobillo que se dobla y lo suele hacer hacia afuera, aunque también se producen esguinces internos en menor medida.

Consecuencias al generase el esguince

  • Rápidamente se inflama el tobillo por fuera.
  • Puede aparecer moratón al cabo del rato.
  • Sientes dolor al apoyar y no puedes mover el pie.

¿Cómo tratarlo?

El tratamiento médico habitual es dejar inmovilizado el tobillo con un vendaje elástico o yeso.
En muy pocos casos un fisioterapeuta te va a recomendar una inmovilización completa, al contrario, ¡Al suelo a pisar pronto!

Incluso durante gran parte del tratamiento, hacemos que el paciente se mantenga sobre planos inestables para hacer trabajar aún más a los ligamentos y puedan recuperarse antes.

Tras una inmovilización prolongada se suelen repetir esguinces en la misma zona: al no rehabilitarse bien, el tobillo queda inestable.

Si quieres evitar que se produzca de nuevo ponte descalzo y:

  • Siéntate con el pie en alto. Rodea el empeine con una banda elástica y agarra los extremos de la banda con las manos. Mueve la puntera del pie arriba y abajo repetidamente, despacio. Muévela hacia afuera y repite muchas veces, es el movimiento contrario al del esguince y hay que automatizarlo.
  • De pie, separa los pies al ancho de tus caderas y ponte de puntillas y después de talones balanceándote, hazlo despacio para ganar estabilidad.
  • A la pata coja, apoyándote sobre el tobillo que ha tenido el esguince, aguanta unos segundos sin caerte. Inténtalo de nuevo si no logras mantenerte. Si acabas dominándolo, haz sentadillas con la pierna que apoyas.
  • Recorre unos metros andando de puntillas, y vuelve atrás andando de talones.

 

Si dedicas 15 minutos en total al día a hacer esta tabla le harás un gran favor a tu tobillo y podrás ayudarle a que reaccione ante situaciones de desequilibrio en las que, de no estar entrenado el pie, se puede producir otro esguince.

 

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